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Cuando cuerpo y mente van de la mano

El ritmo frenético al que estamos sometidos ha propiciado que el estrés crónico sea un problema cada vez más común y normalizado. De hecho, se lo conoce como la enfermedad del Siglo XXI.

La tensión que vamos acumulando afecta a nuestra salud, tanto física como emocional. El estrés puede manifestarse de formas muy variadas: dolor muscular, migrañas, alteración del ritmo intestinal, exceso de sueño o ataques de ansiedad, entre otros.

No podemos controlar los acontecimientos que la vida nos va presentando, pero llevar una alimentación saludable, así como practicar ejercicio físico de forma regular, puede mejorar la gestión que hacemos de todos los cambios y situaciones que se nos presentan.

En este artículo, queremos contarte qué consecuencias puede tener el estrés para nuestra salud, y qué hábitos o nutrientes pueden contribuir a paliar los síntomas.

 

Impacto del estrés en la salud

Algunos estudios científicos avalan el estrés a corto plazo como un elemento clave a la hora de afrontar determinados problemas. Este estrés positivo se conoce como eustrés.

El eustrés, por ejemplo, nos hace más proactivos y productivos ante ciertas tareas y actividades, como por ejemplo, afrontar una carrera o un examen. Sin embargo, cuando el estrés viene acompañado de sensaciones de agobio, preocupación y agotamiento, puede tener consecuencias negativas sobre la salud.

Alteración de las hormonas

Ante situaciones estresantes, se da una activación del sistema endocrino que, a su vez, desencadena cambios hormonales. El cortisol es la hormona del estrés por excelencia, y la que altera en mayor medida el funcionamiento del cuerpo.  En épocas de mucha tensión, se produce una liberación desmesurada de esta hormona.

Irritabilidad, cansancio permanente, dolores de cabeza y musculares o los problemas digestivos pueden ser los primeros síntomas en aparecer.

Pero el cortisol no es la única hormona que se ve afectada. También observamos una alteración del glucagón, que se encarga de metabolizar los hidratos de carbono, y de hormonas sexuales como los estrógenos o la progesterona.

El ciclo menstrual, por lo tanto, puede volverse más irregular o más doloroso si no gestionamos el estrés. En este caso, sería interesante potenciar nutrientes como la cúrcuma y la vitamina B6 que facilitan el funcionamiento normal de la salud hormonal.

Sistema inmunológico

Niveles elevados de cortisol mantenidos en el tiempo, pueden generar inflamación en el cuerpo y un recuento más bajo de glóbulos blancos en sangre. Esto se traduce en un sistema inmunológico más debilitado, que nos hace más propensos a sufrir resfriados u otras enfermedades provocadas por virus y bacterias.

Sistema digestivo

Seguro que habrás escuchado alguna vez que el intestino es nuestro segundo cerebro. Y es que nuestro estado anímico va muy conectado a las digestiones, por lo que síntomas como el reflujo, estreñimiento o descomposición pueden ser un reflejo de las emociones.

Una mala digestión, además, puede acarrear problemas de absorción de algunas vitaminas y minerales, aumentado el riesgo de déficits nutricionales.

Nutrientes que no puedes descuidar

En situaciones de estrés nuestro cuerpo demanda mayores recursos energéticos y de otros nutrientes, por lo que hay que reponerlos para poder recuperar un estado físico y mental normal.

Hidratos de carbono

Los tubérculos como la patata o el boniato son alimentos ricos en hidratos de carbono que favorecen una regulación de la hormona cortisol. Además, mejoran los niveles de triptófano, un aminoácido esencial que puede ser beneficioso para la calidad de vida de aquellos que experimentan estrés y problemas de sueño.

También son ricos en hidratos de carbono los cereales, como el arroz integral o el pan integral.

Proteínas

Encontramos también triptófano en alimentos ricos en proteína, como por ejemplo el pescado, huevos y legumbres.

Las legumbres, además, son ricas en vitaminas del grupo B, indispensables para el buen funcionamiento cerebral y un mejor manejo de la ansiedad.

Vitamina C

La vitamina C es uno de los micronutrientes más importantes en situaciones de estrés. La carencia de este nutriente puede conducir a una sensación de fatiga y una tendencia a la tristeza, además de afectar al funcionamiento normal del sistema inmune.

Para garantizar un correcto aporte de vitamina C, deberíamos incluir a diario frutas como la naranja, kiwi, fresas, o pomelo. También son una buena los pimientos y las espinacas frescas.

Alimentos prebióticos

En ocasiones, el estrés puede ir de la mano de problemas digestivos. Los prebióticos, como el plátano o las alcachofas, son los encargados de alimentar nuestra microbiota intestinal, estimulando el crecimiento de bacterias saludables.

Las bacterias saludables del intestino favorecen el proceso de digestión, y contribuyen a minimizar los molestos gases y alteración del ritmo deposicional.

Ayudas naturales: plantas para descansar

Existen remedios naturales que pueden ayudarnos, entre ellas, las plantas con efectos fitoterapéuticos.

  • Pasiflora: Ayuda a sobrellevar la calma con el estrés y favorece un sueño saludable
  • Valeriana: Mejora la calidad del sueño
  • Espino blanco: Favorece la relajación y regula la actividad cardíaca

Todas ellas las puedes encontrar en la infusión Duermesana, un complemento a base de plantas naturales que
que favorece un sueño saludable y mejora su calidad. Si te cuesta conciliar el sueño de manera natural, puede ser una opción a tener en cuenta.

5 formas de mantener controlado el estrés

Está claro que no siempre podremos evitar el estrés, pero si que podemos aprender a manejarlo de la mejor forma posible. Te contamos 5 hábitos que te ayudarán en épocas de mucha tensión.

  1. Admite que hay situaciones que, por mucho que queramos, no podemos cambiar. Aunque cueste, ¡trata de adoptar una mentalidad más positiva ante los problemas, seguro que tu estado de ánimo te lo agradece!
  2. Intenta mantener una dieta saludable y equilibrada, rica en nutrientes. Acuérdate de incluir un mínimo de 5 raciones de frutas y verduras cada día.
  3. Practica ejercicio físico de forma regular. Los hábitos de vida tienen un impacto directo sobre la salud emocional. El ejercicio, junto con una buena alimentación y un descanso suficiente, puede aportar notables beneficios sobre nuestro estado de ánimo.
  4. Conecta con la naturaleza. Hay veces que nuestro cuerpo y mente piden un cambio de ambiente y respirar aire fresco para poderse sanar. ¿Qué te parece caminar por la montaña, nadar en el mar o escaparte un fin de semana alejados del ruido y el caos de la ciudad?
  5. Busca técnicas de relajación para los momentos más críticos. Practicar yoga, meditación o respiraciones profundas son perfectas para conseguir una conexión entre cuerpo y mente.

Hacer hincapié en mejorar nuestro estilo de vida y encontrar actividades que nos hagan sentir bien, son el pilar principal para combatir el estrés y conseguir que cuerpo y mente vayan de la mano.