El hígado graso es una enfermedad cada vez más frecuente. La forma de prevenirlo, una dieta y peso saludables y mejorar los niveles de colesterol

Hígado graso: ¿la mejor dieta para cuidarlo?

El hígado graso es una afección que se caracteriza por una acumulación excesiva de grasa a nivel hepático. Este tejido adiposo puede dificultar el funcionamiento normal del órgano. En muchos casos, se trata de una enfermedad silenciosa, por lo que puede cursar con pocos o ningún síntoma. Sin embargo, la falta de control de esta patología, puede acabar generando inflamación, fibrosis u otras complicaciones más graves como el cáncer.

La incidencia del hígado graso ha ido en aumento en los últimos años, coincidiendo con la epidemia de obesidad, diabetes y otras patologías metabólicas de los países desarrollados. De hecho, algunos estudios apuntan a una posible relación entre la obesidad y la aparición de esta afección hepática. Una dieta para el hígado graso es fundamental para controlar la enfermedad.

Dieta para evitar factores de riesgo del hígado graso

El sobrepeso y la obesidad se relacionan con un mayor riesgo de desarrollar hígado graso. Sin embargo, existen otros factores que hay que tener en cuenta a la hora de prevenir y mejorar esta afección tan prevalente entre la sociedad actual.

Niveles elevados de colesterol o triglicéridos en sangre, presión arterial alta o diabetes tipo 2 son algunas de las causas que promueven un exceso en la síntesis de lípidos. Estos, a la vez, son transferidos desde el tejido adiposo (tejido donde se almacenan las grasas), hacia el hígado, dificultando así la eliminación de lípidos del cuerpo.

Aquellos que llevan una dieta rica en grasas saturadas y azúcares, tienen también más probabilidades de acabar desarrollando la enfermedad de hígado graso.

Recomendaciones y dieta para el hígado graso

El tratamiento más efectivo contra el hígado graso es un cambio en el estilo de vida, que permita actuar y mejorar los factores de riesgo de la enfermedad. Cuidar el estilo de vida implica seguir una alimentación saludable, pero también mantener una vida activa, asegurar un descanso adecuado y alejarnos del estrés.

Mantener un peso saludable con dieta

El riesgo de hígado graso aumenta con la obesidad y con los hábitos de vida poco saludables. Esto explica que una de las primeras recomendaciones que reciben los pacientes sea la de perder peso. Los cambios en la alimentación y aumentar la actividad física, dentro de las posibilidades de cada uno, deberían ser la base de cualquier plan de pérdida de peso.

Algunas personas, además, presentan tendencia al hambre emocional. Incorporar actividades como el yoga, la meditación o el mindfulness puede ser beneficioso en estos casos.  Mediante la práctica tanto de meditación como de mindfulness aprendemos a prestar más atención a la comida, siendo más conscientes de las sensaciones de hambre y saciedad. Esto se traduce en una mejor capacidad para regular lo que ingerimos.

Asegurar un descanso suficiente y reparador

Dormir bien, o tener un descanso saludable, puede contribuir en la prevención del hígado graso. Así lo han demostrado numerosos estudios, que han concluido que aquellos con dificultades para conciliar el sueño o que no mantienen un sueño reparador durante la noche, tienen mayor riesgo de sufrir la enfermedad.

Los expertos proponen pautas básicas para mejorar la calidad del sueño, como por ejemplo:

  • Mantener unos horarios regulares. Eso significa que deberíamos acostarnos y levantarnos a la misma hora todos los días.
  • Practicar ejercicio físico durante el día, pero no antes de acostarse.
  • Asegurar que el dormitorio sea confortable, evitando temperaturas ni muy elevadas ni muy bajas. Asimismo, se recomienda mantener la habitación a oscuras y alejada de los ruidos.
  • Evitar el uso de las pantallas, como el televisor o el móvil, antes de acostarnos. Leer un libro o escuchar música relajante pueden ser una buena alternativa para mejorar la conciliación del sueño.

Infusión en tu dieta para el hígado graso y una alimentación saludable

Nuestra infusión Digestión es el aliado perfecto para los pacientes con hígado graso porque su combinación de plantas naturales son la sinergia perfecta para favorecer el tránsito intestinal y reducir, por consiguiente, el malestar digestivo después de cada comida. Te recomendamos tomar dos bolsitas al día, una taza después de cada comida principal.

La dieta de los pacientes con hígado graso es fundamental para frenar el progreso de la enfermedad y el consecuente deterioro del órgano. ¿Qué alimentos son los más indicados? ¿Qué otros hay que evitar? A continuación, te explicamos algunas pautas nutricionales básicas a tener en cuenta.

  1. Incluye verduras frescas, hortalizas y frutas en abundancia. Según el Plato para Comer Saludable, creado por expertos en nutrición, la mitad del plato de la comida y la cena debería estar formado por estos alimentos.
  2. Limita el consumo de grasa saturada, presente en carnes rojas, embutidos, bollería y otros alimentos procesados. Las grasas de tipo insaturado, a la vez, se relacionan con un mejor funcionamiento del hígado. Encontramos grasas insaturadas en alimentos como el aceite de oliva, el pescado azul, el aguacate o los frutos secos y semillas.
  3. Evita postres azucarados o ricos en grasas saturadas. Opta por fruta y una infusión.
  4. Los alimentos y bebidas que contienen cantidades elevadas de azúcar favorecen la síntesis de grasas en el hígado, por lo que sería conveniente que no formaran parte de la dieta habitual. Asimismo, optar por las versiones integrales de granos y cereales (pan, arroz, pasta…), ejerce un papel protector para la enfermedad.
  5. Minimiza el consumo de bebidas alcohólicas, uno de los principales detonantes de la enfermedad del hígado graso.

La dieta es un factor clave en la prevención y la mejora del hígado graso. ¡Esperamos que estos consejos básicos que hemos descrito te ayuden a llevar una vida repleta de salud!

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